Es la maquina humana más correcta de nuestros días, arroja monedas por la boca. El mundo, ese refugio moderno de concreto, de radio frecuencias, de taxis, le da los buenos días con una taza de café de Colombia y un matutino.
Puntual como siempre, se ve al espejo revisa sus dientes, huele su aliento. Del otro lado una imagen impecable, de éste un triunfador. La calle espera.
1 comentario:
Dios me guarde de nunca parecerme a él.
Saludos
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