lunes, julio 09, 2007

Mariposas lilas

La gente se despide. No siempre para siempre.

Esta vez presentí que no volvería a verla, de igual modo me despedí tan frío y racional como siempre. Ella tenía una sonrisa desamparada, distinta. Me mintió sincera y francamente. Antes de cerrar la puerta desvió su mirada hacia la esquina, cerca del refrigerador, yo -por curiosidad- miré de reojo y vi correr una asquerosa cucaracha. Entonces mi sospecha se confirmó.

Doce minutos más tarde, (como siempre, distraída volando tras mariposas lilas), cruzó la calle, no se dio cuenta y se dejó arrollar por un automóvil cualquiera. Faltó a su fantasía de morir colgada.

Se ha dejado las pantuflas estacionadas en posición de abandono. Les hablo y les ordeno que se escondan. Es inútil, creo que son sordas.

La cama donde pasamos épicas madrugadas se acostumbró a verla soñar (probablemente que perdía los dientes o que caía profundamente en una dimensión desconocida). Esta noche se mira en el espejo y se cubre de incógnitas. Es más sincera que yo.

Comer y masturbarme se me hacen actividades aburridas, pero necesarias. Desde entonces, con más frecuencia deseo hablar con los libros, con la televisión, o viajar por internet. Me entretengo tratando de envejecer de apatía tragándome su muerte sorbo a sorbo.

¡Mierdas!, me pregunto si es la misma asquerosa cucaracha o es otra. Sea lo que sea es la cuarta vez que pasa frente a mí.

Menos mal, mi reloj es digital, porque no soportaría ni un solo tic tac. Como es sabido de sobra, cuando uno se siente solo se le abren las ventanas de la percepción y empieza a delirar con sonidos de blues, grillos, viento y lamentos de mujeres que buscan hijos perdidos.

Así que vuelvo a abrir mis ojos y trato de darles vida a las pantuflas telepáticamente. No obedecen. Me dirijo a la alacena, cojo una bolsa plástica. Respiro. Me distraigo con un cigarro. Les doy otra oportunidad. No contestan. A pesar de todo, no me atrevo a decirles adiós.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Toda la corriente de cuentos de Edgar Allan Poe... es increible la descripcion.
Un cuento Frio, propio de noviembre, y exquisito a los oidos. bueno para la imaginacion.

Juan Pablo Dardón dijo...

Muy buena narradora. Me gusta, pero sigo sientiendo que hace falta más. Bueno, al menos a mí se me antoja seguir leyendo, como me sucedió con lo del cementerio (¿?) creo que era ese. En fin, saludos y me gusta tu trabajo.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Buen texto. ¿Tienes otros por el estilo?

gatos dijo...

Me gusta. Me entusiasma saber que narras tan bien.